domingo, 24 de marzo de 2024

 

REFLEXIONES XIV

 

                                                    INTUICIÓN, INSPIRACIÓN, ALMA Y ESPÍRITU

 

El Sistema nervioso humano evolucionó de lo simple a lo complejo. Se trata de células especializadas en el fenómeno de estímulo-reacción. Aun en los seres unicelulares, mediante sus membranas responden a los cambios del medio ambiente, Las amibas y los leucocitos de la sangre, en los mamíferos, se alimentan o defienden mediante la encapsulación, alimentación o lisis destructiva (fagocitosis) de los seres o substancias que consideran alimento o enemigo. En el Hombre, el encéfalo y la médula espinal, establecen y gobiernan dicha reacción.

La evolución de las especies, está regida por sus conductas adaptativas a un ambiente hostil, en la batalla para sobrevivir. Los procesos vitales en los animales superiores, también intentan dominar las fuerzas naturales, en  su lucha por sobrevivir. Y así muchas aves, insectos y reptiles (prehistóricos) y modernamente el Hombre, evaden la fuerza de gravedad y vuelan. El hombre y los animales poiquilotérmicos (que mantienen constante la temperatura corporal), buscan refugio de los cambios climáticos dañinos. El descubrimiento del fuego y la búsqueda de refugio y vestimenta protectora, fueron proezas que le permitieron una vida más confortable y segura. La conservación de sus alimentos mediante calor, desecación o salación, o refrigeración también. Porque cualquier substancia está sujeta al desgaste, degradación o putrefacción y descomposición hasta su retorno a  elementos más simples, por su continua exposición al medio ambiente. Las células vivas crecen, se reproducen y mueren y se rehúsan a morir, en la interminable lucha para sobrevivir. Y la Vida sigue su curso.

La Naturaleza y la Razón de Existir,  permanecen largamente desconocidas, pero la ciencia y muchos soberbios científicos han intentado explicarlas como puramente reacciones bioquímicas moleculares, que se produjeron mediante hechos fortuitos o casuales (es decir mediante “Esterendipia”), mediante sucesos que nada tuvieron que ver, o mediante la intervención de una Inteligencia Superior, es decir: Una Divinidad supremamente inteligente, bondadosa y todopoderosa.

El Hombre desde sus orígenes más remotos, ha intentado explicarse el Cosmos y la Naturaleza, como producto de diversas divinidades, deidades, demonios, espíritus y dioses y así han proliferado sacerdotes, magos, chamanes, dotados de poderes sobrenaturales o mágicos. Esto ha dado origen a diversos movimientos religiosos, que alimentan la ingenuidad de sus adeptos. Y esto les proporciona una vida económicamente estable, llena de placeres y comodidades.

En éste sentido podemos pensar en lo “Cósmico” o extraterrestre y explicar el mundo natural, pero además tendríamos que explicar lo “Sobrenatural” o “Espiritual”. Y esa es la cuestión más trascendente y apasionante de nuestra existencia.

Veámoslo de este modo; La extraordinaria diferencia entre la materia viva y la ”inerte”, nos hace pensar que más allá del mundo material, existen fuerzas que desconocemos, pero que son extraordinariamente poderosas y determinantes. La evolución de las especies, la existencia de materia viva, requiere una explicación que desconocemos. La transformación de los primitivos sistemas nerviosos, diseñados para detectar  señales, enviar mensajes y adaptarse al medio ambiente, ha evolucionado, hacia complicados sistemas capaces de pensamientos coherentes, imaginativos y creativos, de expresar emociones, crear belleza, investigar el Cosmos, nuestro origen y nuestro probable destino. Esto resulta imposible en términos objetivos o fortuitos.

A principios de Siglo XX y a finales del XIX, el conflicto entre dos sistemas de pensamiento filosófico: El Determinismo y el Finalismo, fueron evidentes. El primero niega la influencia personal, la voluntad humana soberana sobre todo lo que hacemos, es decir; que todo está determinado por un objetivo expreso: “El efecto, está en la causa”, (como los reflejos condicionados de los perros de Pavlov). El segundo exige la presencia de una causa superior, rectora de los fenómenos naturales y la conducta humana. El sistema Determinista, exige una rigurosa relación entre causa y efecto y es la base del pensamiento científico moderno, es objetivo y materialista, pero llevado a extremos, niega la posibilidad de que exista el libre albedrío en los seres vivos, así como la existencia de hechos fortuitos. Los sistemas Finalistas, proponen la existencia de una idea superior rectora, dirigida a un fin específico determinado, esto también tiene sus detractores, porque induce a pensar en la existencia de un Poder Supremo, creador de todo lo que existe. Esto también es observable en muchos animales, que realizan, a veces conductas sumamente elaboradas para un fin específico; cortejo, acecho y cacería de su presa, apareamiento o huida del peligro. En el Hombre un artista, obrero, artesano, o cualquier persona que desea algo, se propone hacerlo y lo realiza. Probablemente ambos sistemas de pensamiento, son válidas y eficaces, para explicar el mundo natural y la conducta humana, pero no son suficientes para explicarnos las funciones superiores de la mente humana,  como son; Las emociones, el pensamiento creativo, la inspiración, el amor, el odio, y la intuición.

¡Qué “Güeva”, con la Filosofía, no?

Pero no se desanimen, todavía hay más “rollo”. No sé si quieran que siga el cuento.  Hasta la próxima, amigos.


 

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