REFLEXIONES
XIII
Yo creo y estoy francamente convencido, de que las
personas que estamos en las últimas etapas de la vida, y también las personas que
han alcanzado cierto grado de madurez ,todos tenemos la obligación y la
necesidad de dar testimonio de lo que nos ha sucedido y de manera crítica
opinar y tratar de ejercer lo poco que tenemos de influencia, para intentar
modificar los errores, (que nosotros
mismos hemos cometido), con el objeto de que sirva para dar testimonio y así intentar
modificar la conducta de las personas que estamos dejando a cargo en este mundo
que les estamos heredando, para bien o para mal.
Por lo tanto, es necesario, es imperativo, revisar y
reformar hasta donde se pueda, los procedimientos educativos actuales, me
refiero fundamentalmente, a la Educación Familiar, que es la principal y más
importante influencia que puede modificar y moldear el incipiente cerebro
humano.
¿Han notado la gran cantidad de hogares y familias
“modernas”, que son conducidas exclusivamente (heroicamente), por una Mujer
sola? ¿Porqué será esto? pues más probablemente porque el hombre (así con
minúsculas), moderno ha claudicado en su función de ser la cabeza, el líder
natural y sustento de la familia, el núcleo básico de las sociedades humanas.
El hombre, simplemente no ha evolucionado (su cerebro) de acuerdo con su
responsabilidad y se conduce como un animal instintivo y egoísta, que sólo
busca su personal placer, bienestar y satisfacción. La mujer moderna, tampoco
ha estado al nivel que requieren su familia e hijos, porque aunque han hecho
notables esfuerzos (muy loables) para substituir al “macho” ausente, dedican
gran parte de su tiempo en esfuerzos de ”Reivindicación Femenina” y en su lucha por
tal entelequia, han olvidado su papel fundamental de educadora, cuidadora y
criadora básica de los pequeños seres humanos, que son su natural principal y elemental responsabilidad.
La educación y formación del pequeño cerebro humano,
es la base supremamente importante, de la posterior conducta durante su niñez
adolescencia y juventud, y en cierta medida, puede evitar conductas delictivas
drogadicción y delincuencia juvenil. Esta parece ser la causa básica de los
errores y de la manera de actuar y conducirse, cuando sean mayores. si el niño
presencia maltratos a su madre, primero se alarma y angustia, pero después
imita la conducta brutal de su padre, porque piensa, que así debe de actuar un
“hombre”.
Todo esfuerzo educativo posterior, a los primeros
meses o años de edad, será frecuentemente condenado al fracaso, a la
mediocridad, a la conducta antisocial o perversa. De poco, o nada servirán los
costosos esfuerzos educativos posteriores para formar individuos exitosos
económicamente, con grandes aptitudes físicas o mentales, si no han tenido una
sana educación emocional y una adecuada formación científica, que conduzca hacia
un desarrollo cerebral, que les proporcione suficiente capacidad intelectual y
una actitud razonable, para lidiar con los problemas de la convivencia y la
supervivencia, en armonía con la Naturaleza.
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