QUÉ PASA CUANDO EL HOMBRE (MUJER) DEJAN DE CRECER O "MADURAR".
¿SE CAEN DEL ÁRBOL? A VER QUE OPINAN DE ÉSTO.
EL
SÍNDROME DE LA POST-MADUREZ HUMANA.
“Para qué las
quiero tiernas…
Si cuando están
maduras, caen solas”.
Cuando me preguntan; ¿En qué etapa
de la vida me encuentro?, Yo les respondo que en la etapa
reproductiva, porque todos los seres vivos; “Nacen, Crecen, se
Reproducen y Mueren”, Y como yo no estoy muerto, pues…
En el primitivo orden del Reino
Animal, el individuo que pierde la capacidad de reproducirse,
degenera rápidamente, es expulsado de la comunidad, abandonado a su
suerte si le va bien, cuando no, asesinado inmisericordemente.
La “Sabia Naturaleza”, es así. El
admirable instinto maternal (o más raramente el paternal), deriva
del básico y poderosísimo Instinto de la Preservación de la
Especie, y tiene como sustento natural el mecanismo de la
supervivencia de los más aptos. Como quiera que entendamos el
absolutamente asombroso y Divino, mecanismo de La Creación, a través
de los mecanismos evolutivos que la ciencia moderna no deja con lugar
a dudas; No podemos negar nuestra naturaleza
animal, so pena de automáticamente descender en la escala evolutiva
(caso que la hayamos escalado significativamente).
Dicen que el “Hombre Soltero es un
Animal Imperfecto”, pero yo digo que más bien el hombre casado es
“Un Perfecto Animal”.
Sin embargo, por más que intentemos
racionalizar nuestro estado de inminente (o actual) senescencia, no
podemos sustraernos al hecho básico de que los años han pasado y
que nuestras mejores épocas han quedado atrás. Le decía una
llorosa y enojada esposa a su sufrido cónyuge: “Así me tratas, y
pensar que te he dedicado los mejores años de mi vida”, a lo que
prontamente contestó el interfecto: “¿Cómo, ésos fueron los
mejores?”.
Dejando de lado el dudoso humor de
estas reflexiones, diremos que los mecanismos que conllevan a la
vejez en el ser humano no difieren mayormente de los que lo realizan
en la escala animal a la cual pertenecemos..Sin embargo, hay una
significativa diferencia, nosotros los humanos, tenemos una mayor
capacidad de influir en nuestro medio ambiente, (para mejorarlo y
también para perjudicarlo, no nos quepa duda), que la mayoría de
los seres que pueblan la tierra.
La incesante
actividad de los seres humanos en la superficie del planeta (o en su
cercana proximidad), desde la aparición de los primeros homínidos
hace alrededor de 30 millones de años, (todavía hay una
interesante e interminable controversia acerca de cuando fue tal
suceso), ha tenido un cada vez más profundo impacto, en el
equilibrio ecológico-ambiental de nuestro planeta, y asimismo hacia
nuestro medio interno,(nuevamente para mejorarlo o todo lo
contrario). De ahí que nuestro cuerpo humano haya sufrido cambios
diferentes a los de otras especies, que no tienen la capacidad de
influir de tal modo al entorno natural.
Por supuesto la longevidad de las
diferentes especies, es función de dos básicas variables: Las
condiciones de su medio ambiente por una parte y por la otra, la
carga genética disponible en sus cromosomas. Esto quiere decir, que
lo que somos depende únicamente de dos factores: de lo que nos
heredaron nuestros antecesores y de las influencias que hemos sufrido
a lo largo de nuestra existencia. De lo primero, no tenemos la más
mínima capacidad de influenciar, (“no lo hurtas, lo heredas”
solía decir mi sacrosanta madre, “lo cáido, cáido”, dijo
Cantinflas), pero de lo segundo, la responsabilidad inicial es de
nuestros padres, parientes, amistades, médicos, maestros, etc. Esta
importante responsabilidad es progresivamente colocada en nuestros
débiles hombros conforme crecemos y alcanzamos la ansiada madurez.
De todas maneras, inmaduros o no, cada paso, cada decisión tomada,
desde; “mama derecha, mama izquierda”, es binaria, digitalizada y
crecientemente consciente, no nos hagamos tontos, todos tenemos
responsabilidad del cómo somos y qué nos pasa, No quiere decir
esto que el “Destino Inexorable” del hombre es una entelequia
inexistente (en mi opinión), sino que, existe tan grande número de
factores externos a nuestra existencia que influyen en nuestra
actividad, y que interactúan con nuestras vidas, las cuales están
tan intrincadamente relacionadas entre sí, que el resultado final
de lo que nos sucede, está finalmente determinado por el azar,
esterendipia o suerte. Por eso podemos decir que “somos el
arquitecto de nuestro destino”, pero que la suerte o fortuna
personal de cada quien juega un importante y decisivo factor.
Pero ¿y la post-madurez qué?, ¿dónde
está, o dónde encaja?. Bien, pues para eso necesitamos determinar
que entendemos como “madurez humana”. En mi concepto es ese
estado físico-biológico de equilibrio, en donde dejamos de crecer y
nuestros tejidos y órganos alcanzan la plenitud funcional y son
autosustentables y no claramente definido desde el punto de vista
psicológico y mental, pero determinado en gran medida por la
relativa autonomía, suficiencia y estabilidad emocional que
logremos en nuestra existencia.
Bajo estos parámetros podemos afirmar
que de hecho existe un desfase entre la madurez física y la mentada
“madurez mental”, porque frecuentemente podemos observar a
personas “maduras”biológicamente, que son terriblemente
dependientes de sus congéneres y o son tremendamente inseguras, o
sus reacciones ante los sucesos de la vida son impredecibles y muchas
veces autodestructivos, en semejanza a los mucho más jóvenes o los
niños, y lo opuesto también; personas inmaduras desde el punto de
vista biológico, que hablan y actúan con una madurez que asombra a
propios y extraños, (yo tengo una nietecita de escasos 7 años, que
piensa y actúa como si tuviera 16 “Going into seventeen”) En
realidad, si nos ponemos muy estrictos en este concepto, la
supramencionada y ansiada “madurez emocional”, es muy difícil de
obtener puesto que todos los seres humanos, somos terriblemente
interdependientes. El hombre, como muchos animales exitosos en su
existencia, es necesariamente un “animal social”, que tiene y
ocupa una lugar definido en la escala evolutiva y en la jerarquía
social de su grupo.. Existen pues personas que “maduran”,
temprano en sus vidas, (a veces antes de madurar biológicamente), y
también personas que no maduran nunca. Dicen,(sobretodo las mujeres
que son tan sabias), que los hombres nunca maduramos del todo, y
puede que tengan razón, (que haríamos sin ellas), la imagen materna
es predominante en nuestras vidas y da sustento y seguridad a nuestra
sufrida existencia. Ellas también lo son con respecto a la imagen
paterna (creo yo), pero “¡aléguele al árbitro!”, para que nos
metemos en problemas. Yo por lo pronto estoy satisfecho con ser
dependiente de la femenina contraparte y de que ellas también lo
sean de nosotros, yo pienso que este es el plan Divino y que somos
mutuamente complementarios.
Bueno, pero “todo por servir, se
acaba” y “todo tiene su límite”, como dijo la viejita de 98
años casada por más de 70, con el mismo (y sufrido) cónyuge,
manifestando ante el juez su deseo de divorciarse, por
“incompatibilidad de caracteres”.
El estado de Supramadurez Humana, de
hecho existe y es aquel en donde los tejidos biológicos ya no tienen
la capacidad de regenerarse a la misma velocidad a la que se
destruyen y caducan. Recordemos que todas las células humanas de las
que estamos físicamente compuestos (varios, muchos billones de
ellas), tienen en su estructura biológica, cadenas interminables de
aminoácidos, que son la base de las substancias proteicas
características de la vida, todas y cada una tienen vida y
existencia propia (aunque no independiente) y que unas de ellas, el
ADN y el ADRN o ácido desoxirribonucleico, poseen la importante
característica de almacenar información referente a cómo debe de
ser la estructura de tales células, grupos de ellas o tejidos y
finalmente órganos en interrelación. Esta información o código
genético, está claramente programada en cada una de nuestras
células, tiene además un claro “reloj biológico”, que
determina las veces que dichas células pueden reproducirse
binariamente, o sea asexualmente, sin necesidad de intercambiar
material genético con otras células ajenas pero de la misma
especie.
Todas las células
de nuestro organismo, a excepción de las células neuronales más
especializadas (aunque este concepto está siendo revisado
modernamente), tienen capacidad de regenerarse a través de la
división celular o “mitosis”, pero lo hacen a tasas temporales
diferentes en cada tejido, y así por ejemplo, existen células que
se regeneran casi diariamente como las células de la piel, o las
células de la sangre que lo realizan aproximadamente cada 30 o 40
días, las células óseas que están continuamente destruyéndose
(osteoclastos) y reconstruyéndose (osteoblastos), o inclusive las
células tumorales “malignas”o cancerosas que están
continuamente, indefinidamente reproduciéndose e invadiendo otros
tejidos sanos.
Cuando los tejidos corporales dejan de
obtener el necesario equilibrio entre su crecimiento y destrucción y
además dejan de cumplir sus funciones a plenitud, como sucede
claramente con los órganos sexuales o reproductivos, pero también
en muchos otros órganos y tejidos, particularmente el Sistema
Nervioso Central (eje cerebro-espinal), Sistema Músculo-Esquelético,
Digestivo, Cardiovascular y muchos otros indispensables para mantener
un estado saludable satisfactorio, empiezan a caducar y a envejecer,
en realidad en este sentido, todos los tejidos del cuerpo “envejecen”
desde muy temprano en la vida.. Sucede además que todos los órganos
y sistemas del organismo están íntimamente y relacionados no
solamente físicamente en el mismo individuo, sino que tienen una
fina interrelación química neurohormonal y neurotransmisora, que
hacen posible el realizar las múltiples y complicadas funciones, que
hacen que el hombre sea eficaz en su vida.
Bien, pues sucede, que la capacidad de
los diferentes tejidos celulares de los órganos de los que estamos
constituidos, por las razones mencionadas, no pueden regenerarse
indefinidamente, al agotarse la capacidad de su eje ADN-ARN para
renovarse y por lo tanto tienden a ser deficitarias en sus funciones
y estructura. Sin embargo, también es evidente que no lo hacen de
una manera simultánea, por razones de origen genético inicialmente
cada tipo de células está programada para un determinado número de
mitosis o divisiones binarias, y esto es peculiaridad característica
de cada tejido.. Hoy día nuestros geniales científicos
primer-mundistas, están enfrascados en encontrar (después de la
maravilla de descifrar el “Genoma Humano”), los genes que
determinan la “longevidad celular. Nosotros, los “vegetales”,
les admiramos y les deseamos suerte y les recomendamos paciencia y
tolerancia a las decepciones (en lo que somos expertos).
Pero como mencionamos líneas atrás,
no solamente las causas genéticas son importantes en el proceso de
envejecimiento. Los efectos ambientales también son de gran
importancia; En el transcurso de nuestra vida, estamos sujetos de
manera variable, a la exposición de gran cantidad de agentes nocivos
o tóxicos, que aceleran nuestro desgaste, como los son las
substancias denominadas “oxidantes”, “alkilantes” y otras
alteradoras de nuestra piel y medio interno. Además (como si fuera
poco), los efectos de la exposición a múltiples formas de energía,
como radiaciones (Cósmicas, Rayos X, Gamma, Ultravioleta, Luz,
Calor, Sonido, etc.), hoy día también se discute el efecto de los
grandes campos magnéticos en nuestro biosistema, (hasta ahora no se
ha demostrado nada). Parece sorprendente que a pesar de tantos
efectos nocivos todavía exista vida en la tierra , ¿No?.
Lo que si es
necesario admitir es que la existencia de vida en la tierra, es muy
frágil y que requiere de unas condiciones muy especiales; de
elementos químicos propicios (oxígeno hidrógeno, carbono etc.)
temperatura, humedad, pH(acidez/alcalinidad) de 7.4), presencia de escaso nivel de radiación
cósmica, que parecen ser muy escasas en nuestro universo conocido.
En este momento, es necesario el hacer una profunda reverencia, (an´a
tip of my hat) maravillándonos asombrados y agradecidos a nuestro
Creador, ante el milagro de la Vida.
Bien, no sé si queda claro que todos
nuestros tejidos, envejecen caducan y mueren a diferente razón
temporal, dejados a su evolución natural y siempre que no ocurran
sucesos catastróficos. Reflexionemos; desde nuestro nacimiento (ya
de por sí un portentoso milagro), hemos estado sujetos a tan gran
cantidad de efectos nocivos y riesgos mortales, que es realmente
portentoso que aún estemos vivos. Luego, “para acabalar”, como
decía el rancherito, estuvimos en manos de nuestros ingenuos e
ignorantes padres, médicos y maestros, más tarde, por así decirlo;
“tomamos las riendas de nuestro destino” (Já!). Ahora,
¡Estamos viejos!, ¡Milagro!, como dijo la rancherita, al decirle a
su “mamá”, que estaba encinta antes de tener marido. Demos
gracias a Dios y congratulémonos de nuestra buena (o mala) suerte,
y reflexionemos qué podemos hacer con lo nos queda de tiempo y de
suerte. En líneas posteriores, es mi intención, exponer algunas
sugerencias médicas y de otra índole para atenuar los efectos del
envejecimiento.
Muy interesante tu artículo, Lo que no me gustó es que expresas que "para acabalar "estuvimos en manos de nuestro ingenuos e ignorantes padres. Pues creo que estábamos en muchos aspectos mejor que ahora.
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