REFLEXIONES XXII
Continuaremos lo mencionado con lo que sigue:
Hablando de la magia de la palabra escrita, tengo en
mente el escribir un pequeño comentario, que podría llamarse:
“Mil una maneras de apartar Un Tonto, de su Dinero”.
(Aceptaré todas las contribuciones y contribuiré con
mi humilde donación”).
La Mente Humana, es sin duda una capacidad que no
merecemos (cuando menos yo). Sus capacidades apenas han sido sondeadas y no me
refiero a las “capacidades mentales sobrenaturales”, que son tan atractivas
para muchas personas de diverso nivel intelectual, que atribuyen a la mente
capacidades magnéticas inusitadas, como la presencia de un “Tercer Ojo”, la Divinación,
la Transmutación de la Materia. La Telequinesis, la facultad de comunicarse con
los muertos y con los espíritus (de todo tipo), la Levitación de su propio
cuerpo, la predicción de hechos futuros, la sanación de muy diversas
enfermedades, la sanación psíquica, la
cirugía psícológica (con la mano del “Chamán”), la “Transmutación de la
Materia”, la “Telequinesis”. El salto a otra dimensión y diversos estados
psíquicos, que aturden y entusiasman a nuestra ingenuidad, que parecen
increíbles y que aumentan la fortuna de los médicos espirituales. Sin embargo,
cuando exista evidencia cierta comprobable de tales poderes, habrá que
aceptarla sin reservas.
Me refiero más bien a las capacidades cerebrales que
todos poseemos y que son producto del proceso evolutivo humano, en un mundo lleno de estímulos y retos
mentales. Por ejemplo, un bebé de pocos días cuando es sometido a un programa
de Estimulación Mental Temprana (con música preferentemente), con imágenes
bellas, y voces cariñosas de su madre y parientes, leerles cuentos y
prodigarles caricias, exponerle al sol, y jugar con su mascota. Muy
probablemente desarrollara mayores capacidades mentales que otros niños que no
han sido así estimulados.
Soy un convencido del viejo adagio médico, que dice:
“La Función, Hace el Órgano” y “Órgano que no se Usa, se Atrofia”. Creo que la
disciplina mental y física, y el asiduo ejercicio de ella tiene
posibilidades que no han sido utilizadas
de manera adecuada para nuestro desarrollo como personas pensantes.
“Sólo que sea por eso” dice mi mejor parte, cuando
digo: “¡Ay Mamá, … ¿Porqué soy tan Pendejo? A lo que ella contestó: (“¡Sólo que
sea por eso”!).
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