Nuevamente
contemplamos horrorizados, el enésimo atentado terrorista perpetrado
por fanáticos musulmanes en el paraíso turístico de Niza Francia,
una verdadera atrocidad de refinada crueldad. Hasta ahora 84 muertes
totalmente insensatas e innecesarias, muy probablemente en los días
subsecuentes aumentará la letalidad de la masacre; niños y
familias enteras perseguidas por un maníaco conduciendo un camión
de 17 toneladas durante la celebración del 227 aniversario de la
Revolución Francesa, que fué paradigmático para la creación los
estados democráticos modernos, pero que se caracterizó por
desencadenar una sangrienta represión hacia la aristocracia
reinante, que diez años después, regresó con ánimos
imperialísticos y expansionistas con Napoleón Bonaparte.
Y nos preguntamos:
¿Qué es lo que motiva esta lluvia de horror? Qué hay en la mente
de éstos fanáticos de la segunda más numerosa Fé Religiosa del
mundo? Será la interpretación equivocada del Texto Sagrado del
Korán, que habla del deber del devoto musulmán de combatir la
apostasía y aniquilar a los “infieles”?
Muchos expertos
niegan tal interpretación, pero no ofrecen otra explicación más
congruente (o cuando menos no la conozco). Como quiera que sea, es un
hecho que muchos dirigentes y clérigos de países musulmanes han
expresado que los Estados Unidos y los países europeos son la
encarnación misma de Satanás y representan una amenaza para sus
sociedades y una degeneración de la Humanidad.
También existen
razones étnicas y socio-económicas que dividen profundamente las
dos culturas dominantes en ésa región: La Judeocristiana y la
Musulmana, aunque estas mismas tienen y han tenido entre sí,
discrepancias muy sangrientas en el pasado.
De modo que razones
para el horror y el acendrado odio sectario abundan y si a éso
agregamos el pasado dominio colonialista e imperialista de las
grandes potencias sobre ésos ancestrales países, particularmente
Inglaterra y Francia. Encontramos un fértil campo de cultivo para el
odio y la intolerancia mortal irracional.
Actualmente, el odio
dirigido acendradamente hacia la existencia misma del Estado de
Israel, pero también hacia Europa, Inglaterra, Francia y los Estados
Unidos, a pesar de que éste último, nunca colonizó a estado alguno
de ésa región (ni de ninguna otra), se suma la intolerancia entre
las dos facciones más conocidas del Islam; La creencia Shiita y la
Sunnita, lo que explica los atentados hacia las mezquitas y lugares
sagrados de ésas divisiones del Islam y los ataques suicidas en su
contra.
La situación política
del Medio Oriente ha permanecido conflictiva después de la
conclusión de la 2a
Guerra Mundial, ya que la creación de el Estado de Israel por mandato de
la ONU, hizo renacer con extrema violencia los odios sectarios en
contra del Estado Judío e Inglaterra.
El término; YIHAD
“Guerra Santa”, utilizada en la Gran Guerra Otomana de 1914, fué
adoptada por los Imanes Musulmanes y ha sido bandera popular que
pregona la intolerancia hacia la existencia misma del Estado Judío
y hacia la influencia avasallante de la cultura Occidental, que
consideran “pecaminosa” y ruinosa, muchos la consideran una
“AntiCruzada”.
La influencia
colonizadora hacia África por las grandes potencias, particularmente
Francia e Inglaterra que se repartieron prácticamente toda África
del Norte y Meridional es un hecho histórico irrefutable que ha
causado odio y resentimiento de hondas raíces.
De tal modo es que
existen razones históricas, sociales, culturales y religiosas
profundas que han impulsado esos movimientos de reivindicación y
choque entre dos culturas, varias etnias e ideologías religiosas.
Los ataques terroristas también han sido dirigidos en contra de
minorías como la India, Kurda y Copta.
La oleada de sangre
que han producido estos ataques desde el principio de éste Milenio,
no ha sido contenida por las intervenciones militares de EUA y sus
aliados. En las dos guerras del Golfo, la persecución de éstos
movimientos con la fuerza y ocupación militar, las medidas de
seguridad, precautorias de ataques suicidas provenientes de grupos
radicales como Al-Qaeda, Fedayines, Muhaidines, Boko Haram y otros,
no han mostrado gran eficacia disuasiva. Se observa una fragmentación
de células terroristas en muchos países occidentales que han
recibido migración de origen árabe o musulmana a veces en 2a
o 3a
Generación, es decir por residentes o ciudadanos de ascendencia
Norafricana o Medioriental, que muchas veces actúan de manera
independiente, sin necesidad de nexos, instrucción o financiamiento
directo de ésos movimientos. Por así decirlo, el Movimiento
Terrorista parece haber alcanzado “vida propia”, y actúan
letalmente desde la oscuridad sin necesidad de redes internacionales
claras.
Todo indica que los
movimientos terroristas, no son muy sensibles a la presión militar,
muchas veces ésta y las estrictas medidas de seguridad parecen
acentuar el odio resentimiento y encono. Y lo único que se logra con
la fuerza militar o policíaca es su atomización y dispersión, ya
que actúan como metástasis cancerosas.
Parece ser claro que
las guerras ideológicas no se pueden combatir con la fuerza de las
armas, deberán emplearse otras medidas y estrategias si se pretende
neutralizarlas y controlarlas.
Ya lo he mencionado
antes, creo firmemente que la ideología se debe combatir con IDEAS y
razonamientos, apoyadas por Fuerza Militar y Económica abrumadoras.
Yo creo que estos
problemas no tendrán solución hasta que las sociedades modernas se
constituyan en un gran bloque formado por las naciones más
desarrolladas y poderosas; científica, económica, social y
militar, y se unan en una gran Federación, que empleen su
poderío económico, científico-tecnológico y militar, para imponer
un NUEVO ORDEN jurídico, social y diplomático. Este nuevo orden
debería ser constituído por consenso entre todas las naciones
fundadoras, y tendría como base el respeto irrestricto hacia la
soberania de las naciones firmantes y adherentes, y un compromiso
firme, decidido y demostrable, hacia los valores fundamentales de
Democracia, Libertad, Derechos Humanos, Justicia y Economía basada
en la Libertad de Comercio, Ayuda Mutua y un vigoroso combate a la
Desigualdad Social.
Una Confederación de
Naciones así constituída, propondría al resto de la población
mundial su ingreso condicionado a ésos mismos compromisos y recibiría ayuda internacional para lograr su pleno desarrollo. Las
naciones que no cumplan dichos requisitos no podrían alcanzar la
membresía y no podrán acceder a sus beneficios. Pero si quebrantan
las leyes internacionales, o se comportan de manera agresiva serían
sancionadas con todo rigor con medidas económicas, primero y
militares después.
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