EL SENTIDO DEL HUMOR
“Dame
señor. Te lo ruego, Un hijo que pueda
ser serio, que se pueda emocionar pero que no se tome así mismo demasiado en
serio. Un hijo que sepa reír, pero que
también sepa llorar. Que sea capaz de contagiar con optimismo y alegría a las
personas que lo rodean el resto de su vida. Porque al sonreír se entiende la
razón de la existencia. Y de este modo transmitir, la felicidad de la bondad
Divina”
El Sentido del Humor es probablemente el menos comprendido de
los “sentidos”. Me refiero a la
captación cognoscitiva de un fenómeno consciente, que percibimos del exterior y
consideramos divertido, gracioso, alegre o pícaro. Pero sobre todo a la
capacidad de encontrar los aspectos divertidos de los que nos sucede que son
capaces de causar hilaridad.
Muchas personas consideran tal capacidad como un adorno, a
veces inútil , a veces intrascendente y ocasionalmente estorboso en el diario
devenir de nuestra existencia.
Generalmente cuando alguien quiere adentrarse en el
conocimiento de la Naturaleza en casi cualquier disciplina científica, se adopta
una actitud seria, reflexiva, analítica. Y lo que es peor, cuando cree o tiene
la convicción de que ha alcanzado cierto grado de profundidad en el
conocimiento, o de sabiduría, con gran frecuencia adopta una actitud solemne,
doctoral, de superioridad intelectual que es muchas veces soberbia, orgullosa y
vanidosa.
Partiendo de la convicción de que la capacidad humana para
alcanzar algún grado de profundidad en el conocimiento es muy limitada y de que
es infinitamente mayor la cantidad de cosas que ignoramos que las que
conocemos, creo que es indispensable el adoptar una actitud humilde, respetuosa
y abierta ante la posibilidad de que estemos en el error, y de lo que estimamos
como cierto y verdadero pudiera no serlo.
Es en ése momento, cuando la autocrítica, de las personas que
se dan cuenta de nuestras incapacidades y errores, produce sensaciones de
sorpresa, incredulidad y asombro (a veces enojo o resentimiento), es cuando esa
sensación provoca la necesidad de reír, o sonreír aceptando una situación a
veces incómoda y a veces ridícula, del que se equivoca de buena fé, pero acepta
que no es perfecto y puede ser corregido. Es en ese sentido que la capacidad de
reírnos de nosotros mismos, es un mecanismo de defensa, ante el Ego lastimado.
Si nos reírnos de nosotros, en cierto modo desarmamos, a los que pudieran burlarse
de nosotros y demeritar nuestra posición. En estas situaciones, el Sentido del
Humor, nos ayuda a afrontar el ridículo y salir airosos.
No creo que a nadie le quede duda de que la vida es un asunto
complicado, incierto, misterioso, sorprendente y nuestro accionar en ella, está
lleno de imponderables, errores, equivocaciones y algunos aciertos, a veces
atribuibles a nuestras decisiones. En mi opinión, es precisamente el elemento
sorpresa, lo que la hace tan cómica, porque si analizamos lo que sucede y las
razones del porqué, muchas veces, no apreciamos aparente congruencia, entre la
acción y su consecuencia, y todo esto tiene como resultado perplejidad,
incredulidad y asombro, que son emociones francamente desconcertantes,
desagradables, muchas veces lesivas a nuestra autoestima. Al desarrollar la
capacidad de encontrar el elemento divertido o cómico ante lo que sucede,
estamos tácitamente aceptando nuestra ignorancia, porque no lo sabemos todo, y que no esperábamos tal resultado, por lo
tanto al reír o sonreír, nos defendemos de la desagradable sensación de estar
fuera de control.
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