sábado, 15 de junio de 2024

REFLEXIONES XXV

 

                          EL SENTIDO DEL HUMOR

 

“Dame señor.  Te lo ruego, Un hijo que pueda ser serio, que se pueda emocionar pero que no se tome así mismo demasiado en serio.  Un hijo que sepa reír, pero que también sepa llorar. Que sea capaz de contagiar con optimismo y alegría a las personas que lo rodean el resto de su vida. Porque al sonreír se entiende la razón de la existencia. Y de este modo transmitir, la felicidad de la bondad Divina”

 

El Sentido del Humor es probablemente el menos comprendido de los “sentidos”.  Me refiero a la captación cognoscitiva de un fenómeno consciente, que percibimos del exterior y consideramos divertido, gracioso, alegre o pícaro. Pero sobre todo a la capacidad de encontrar los aspectos divertidos de los que nos sucede que son capaces de causar hilaridad.

Muchas personas consideran tal capacidad como un adorno, a veces inútil , a veces intrascendente y ocasionalmente estorboso en el diario devenir de nuestra existencia.

Generalmente cuando alguien quiere adentrarse en el conocimiento de la Naturaleza en casi cualquier disciplina científica, se adopta una actitud seria, reflexiva, analítica. Y lo que es peor, cuando cree o tiene la convicción de que ha alcanzado cierto grado de profundidad en el conocimiento, o de sabiduría, con gran frecuencia adopta una actitud solemne, doctoral, de superioridad intelectual que es muchas veces soberbia, orgullosa y vanidosa.

Partiendo de la convicción de que la capacidad humana para alcanzar algún grado de profundidad en el conocimiento es muy limitada y de que es infinitamente mayor la cantidad de cosas que ignoramos que las que conocemos, creo que es indispensable el adoptar una actitud humilde, respetuosa y abierta ante la posibilidad de que estemos en el error, y de lo que estimamos como cierto y verdadero pudiera no serlo.

Es en ése momento, cuando la autocrítica, de las personas que se dan cuenta de nuestras incapacidades y errores, produce sensaciones de sorpresa, incredulidad y asombro (a veces enojo o resentimiento), es cuando esa sensación provoca la necesidad de reír, o sonreír aceptando una situación a veces incómoda y a veces ridícula, del que se equivoca de buena fé, pero acepta que no es perfecto y puede ser corregido. Es en ese sentido que la capacidad de reírnos de nosotros mismos, es un mecanismo de defensa, ante el Ego lastimado. Si nos reírnos de nosotros, en cierto modo desarmamos, a los que pudieran burlarse de nosotros y demeritar nuestra posición. En estas situaciones, el Sentido del Humor, nos ayuda a afrontar el ridículo y salir airosos.

No creo que a nadie le quede duda de que la vida es un asunto complicado, incierto, misterioso, sorprendente y nuestro accionar en ella, está lleno de imponderables, errores, equivocaciones y algunos aciertos, a veces atribuibles a nuestras decisiones. En mi opinión, es precisamente el elemento sorpresa, lo que la hace tan cómica, porque si analizamos lo que sucede y las razones del porqué, muchas veces, no apreciamos aparente congruencia, entre la acción y su consecuencia, y todo esto tiene como resultado perplejidad, incredulidad y asombro, que son emociones francamente desconcertantes, desagradables, muchas veces lesivas a nuestra autoestima. Al desarrollar la capacidad de encontrar el elemento divertido o cómico ante lo que sucede, estamos tácitamente aceptando nuestra ignorancia, porque no lo sabemos todo, y  que no esperábamos tal resultado, por lo tanto al reír o sonreír, nos defendemos de la desagradable sensación de estar fuera de control.

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